Historias de Montenbaik :: 12 horas Pivot

| el 10/12/15 a las 10:52 pm. | 1

Cómo están mis amigos! Muchos deben estar igual que yo ansiosos para que sea fin de semana y correr el enduro de nuestros amigos de CTMag. Ahora para hacer más grata la espera y para ir mentalizados, les dejo un relato de lo que fue mi carrera en las 12 horas Pivot.

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Pueden pasar los años, pero el instinto no cambia. Lo primero que dije al escuchar que se iba a realizar una carrera de 12 horas fue “vamos” y lo segundo que dije “voy solo”. Todos quienes amamos este deporte buscamos superar los límites, Citius, altius, fortius. Es decir más rápido, más alto, más fuerte. Yo sabía que la carrera iba a ser dura (en especial por correr en bicicleta de enduro), pero nunca me imaginé que iba a llegar a esos límites. Primero que todo para poder vivir una experiencia de este tipo, tiene que haber alguien que la organice.

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Canuto Errazuriz junto al staff de No-Limits realmente se las mandaron, y el apoyo de Nacho Barbosa en el circuito se notó. Desde la partida estábamos todos muy ansiosos, la largada era tipo “Le Mans”, es decir corriendo. Yo al ir solo debía dosificar, pero me conozco mucho y sé que quedar en medio del pelotón para mí es el peor de los desgastes, así que partí bastante rápido. Tomo mi bici y salgo a tope, tanto así que pasé a llevar a amigos y encerré a otros sin mala intención. Así logro posicionarme tercero entre todos y poco a poco fui buscando mi ritmo.

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Durante gran parte de la carrera fui con mi amigo y rival Tomás Baeza, quien estaba bastante preparado. Fuimos trabajando y probándonos silenciosamente. Los dos queríamos ganar la categoría enduro y tratar de ser de los mejores de la general. Poco a poco el desgaste se hacía presente, y el calor hacía de la jornada una odisea. El primer gran bajón lo tuve a las 18:00hrs, estaba muy cansado, no quería más sol en contra y los calambres amenazaban. La concentración se estaba yendo y las caídas llegaban. Miraba la hora e ilusamente pedía que pasara rápido, volvía a mirar la hora y eran las 18:15hrs que desesperación! Más de alguno pensará que lo más fácil en ese caso es parar, recuperarse y que pase el tiempo. Pero no, el instinto de lucha decía “sigue, ya llegará el segundo aire”.

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Poco a poco el sol se escondía y caía la noche. Bajaba la temperatura y las fuerzas volvían, algo me decía “vamos por el último esfuerzo”. Debo reconocer que en la mitad de la carrera fui un fantasma, iba en piloto automático y a ratos muy lento, pero luego que se puso el sol todo cambió. Mi ritmo entre las 20:00hrs y las 24:00hrs fue muy fuerte! Comencé a pasar corredores y a recuperar terreno. No paré de atacar en ningún momento. Entrando a las 23:00hrs iba primero en la categoría, pero no me quería confiar. Logro pasar la meta antes de las 24:00hrs, lo que significaba que me quedaba una vuelta y se acababa el castigo.

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A esas alturas yo no tenía clara la diferencia que tenía con mis rivales, por lo tanto no podía soltar. Comienzo la bajada y veo que se prende el testigo rojo de la luz, eso solo significaba una cosa, iba a quedar a ciegas. Logro terminar el descenso y de pronto obscuridad absoluta! Después de tanto trabajo estaba poniendo en riesgo mi carrera a 4 kilómetros de la meta. Trato de calmarme y sigo, obviamente no veía nada. Le pegaba a los árboles, me enganchaba en zarzamoras, me caía. Pero no paraba. A lo lejos divisé una luz, se acerca y era un corredor de duplas. Le pido que haga su mejor esfuerzo, que estaba definiendo el primer lugar. Sin conocerme me guía con su luz y da todo para ayudarme en mi objetivo. La luz para los dos era escasa y el trazado era muy técnico, eso me costó fuertes caídas mientras íbamos juntos. Cortes en las rodillas y uñas de los pies reventadas eran parte del juego a esas alturas.

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Logro ver la luz a lo lejos, era la meta. Al cruzarla fue una de las sensaciones de mayor satisfacción del año. Había logrado ganar las 12 horas Pivot en categoría Enduro y de paso me metía entre los 3 de la general de la carrera. Fueron más de 150 kilómetros en sendero y más de 5000 metros ascendidos y bajados. El cuerpo estaba vacío, le había pedido todo y no lo había preparado para eso. Esa carrera la gané con la mente. En la noche el dolor era tan fuerte que no pude dormir nada. Al otro día no podía caminar.

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Después de una carrera como ésta uno realmente comprende esos conceptos de Citius, altius, fortius. Logramos entender que no implica ser más rápido que mi rival, ni llegar más alto que el del lado, ni ser el más fuerte. Simplemente más rápido, más alto, más fuerte. Si me preguntan ¿Lo volverías a hacer? De todas maneras, pero en un año más!

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