Lectura de Fin de Semana :: Desafío 4 Cuestas por Trails and Friends

| el 22/10/16 a las 5:07 pm. | 3

Por más vueltas que le dimos al tema, compramos bicicletas para la gran travesía, nos creímos el cuento…… pero del relato ya nadie se acordaba……. nunca lo hicimos y recién cachamos un par de semanas atrás.

El relato anterior fue la primera inserción en la bici de ruta, por lo menos para Sara y para mi, Tomás y Lazy, ya tenían manejo, por ende se les hizo más fácil pero a la vez nos enseñaron los trucos para volver sanos a casa.

Entre el primer intento y el D4C, pasó mucha agua bajo el puente y varios días también. Todo esto se complicó cuando dijimos que íbamos de forma solitaria a las 12 horas de Pivot 2015, el evento y la preparación tomo mucho tiempo, junto al Nacional Montenbaik Enduro, la fecha se iba pateando y lo que estábamos tratando de prever era no morir de calor… Bueno casi ya en Navidad, la hicimos corta, mañana vamos!!

Abróchese a la silla que partimos con una historia casual que salió de una conversación de pasillo.

Por Pedro Barros.

Desafió 4 cuestas

Nuevamente el punto de reunión fue la casa de la abuela de Tomás, punto logístico, donde preparamos la travesía y lugar seguro para dejar el auto y todo el soporte.

Para no dar tanto la lata en especial a los lectores que ya han visto los post anteriores, de la casa de la abuela, a pocos kilómetros ya se asoma el primer desafió, la cuesta Barriga que se caracteriza por ser muy larga y llena de ciclistas, el animo nunca falta. En la foto que viene a continuación aparece Tomás y Sara, justo en la cima, lugar donde hay un pequeño almacén, lugar de parada de muchos cleteros.

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La bajada de la cuesta Barriga es charcha, sí, charcha, las tiene todas para soltar completamente los frenos y dejarse llevar por muchísimos metros, llenos de curvas redonditas para entrar a altas velocidades. Pero por desgracia el pavimento es muy penca y hay que estar ultra concentrado en las grietas y junturas de la calle y para no morir en el intento.

De todas formas, es una buena escuela pera entrar en calor y comenzar a mejorar la técnica, especialmente para nosotros que no somos habituales en la disciplina.

Fue tanto el apuro y las ganas de poder concretar esta travesía, a la cual sólo fuimos nosotros tres, dado que los apañadores de siempre, entre que no pudieron y no quisieron. Sin embargo esta vez no estábamos muy dispuestos a transar, principalmente para que el año no se nos fuera. En conclusión, pocos pero dispuestos a disfrutar de los largos kilómetros que nos traería la jornada.

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Haciendo memoria y aclarándome mientras reviso las fotos, Sara fue en su rutera, la cual se vio en la obligación de comprar ya que en la salida anterior se le había hecho un rayón en la pintura cuando las trasladábamos.

De alguna forma nunca supimos si de verdad le gustaba, la compro, batió récords de las 4 cuestas y bueno hoy en día ya no esta, una lastima, entraron a su casa y se la robaron. Evidentemente una gran pena e injusticia, ladrones de la CTM que nos roban lo más preciados, como si nos sobraban las bicis. Todos sabemos que nunca sobran.

Tomás por su parte, debutaba con un super cool concepto que era algo nuevo, llamado CX, para los que aun nos saben el CX o mejor dicho ciclocross, es una modalidad media híbrida entre ruta y cross-country, se corre en circuitos relativamente pequeños, más menos de 1 kilómetros donde se mezcla trepadas, obstáculos, muchas curvas, barro o arena, secciones a pie (corriendo) en algunas ocasiones y lo más importante se va al 1000%, se deja todo en la pista.

Bueno, este modelo hecho por Fusta Bikes, producto nacional y personalizado, es totalmente polivalente, por experiencia propia, rueda bastante bien para andar con un pelotón de ruta como también para pedalear en el durazno.

Por último, Giant Chile me presto una rutera LIV full carbono, frenos de disco, un manjarss con lucuma. Esta bici al igual que la Defy trae neumáticos de gran perfil, lo que hace que sea más blanda, lo que se agradece en los gran fondos.

Después de la cuesta Barriga, la ruta sigue hacia Peñaflor, buen punto para hacer una segunda parada antes de enfrentar el «segundo puerto de montaña», la exigente cuesta de Mallarauco.

Donde ya no éramos primerizos, al igual que mucho lectores, que ya leyeron el D2C (Post anterior), la ruta fue más disfrutada, la tónica era más amistosa y gozar de los buenos momentos que nos daba el paseo. El grupo estaba más cohesionado, con la técnica y comunicación más pulida y eficaz.

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Segunda cuesta en el bolsillo, punto de parada en plena cumbre. Reagruparnos, hidratarlos, testear frenos  por que aquí si se usan, respirar hondo y dejarse llevar por la gran pendiente.

Así es señores Montenbaikers, la cuesta Mallarauco es rapidísima con un par de curvas de extrema precaución. Si anda con mucho valor, suelte los frenos completamente y podrá superar los 80 km/h en las rectas, que por desgracia terminan en curvas cerradas donde entrar controlado es necesario, de verdad se recomienda…. salir con las rodillas peladas esta regalado.

Ya en la última sección se entra en una gran recta con muy buena visión, lugar perfecto para relajarse y dejarse llevar de buena manera por la gravedad, antes de entrar al gran plano que une el sector de Mallarauco con Bollenar, varios kilómetros donde la vida se repasa muchas veces de principio a fin.

Por fin llegamos a Bollenar, a diferencia de la ocasión anterior, no realizamos ni una parada en los almacenes, teníamos presente que debíamos salir rápidamente de Bollenar, para lograr un nuevo foco, refrescar la mente y dar un nuevo impulso al panorama.

Desde este punto del relato o de la travesía, todo es nuevo para Sara y para mi, nunca habíamos rodado por estos lados, lo cual nos llenaba de buenas vibras, más ganas y curiosidad, el hambre explorador comenzaba asomarse para salir a descubrir.

Para sorpresa de los 3 nos topamos con una agradable ciclovia desde Bollenar hacia el sector de Ibacache, la gracia de esta es la protección y seguridad que brindan. Esa preocupación, no menor de los autos que pasan a toda velocidad desaparece completamente, por ende la calidad del pedaleo mejora considerablemente.

Al poco rato de rodaje por la ciclovia vemos un colega ciclista tirado a un lado de ruta, inmediatamente nos bajo la duda que le habrá pasado, nos acercamos, vemos que no había sangre, que respiraba, situación inicial muy buena si se tratara de una emergencia.

Un poco más tranquilos, habiendo descartado varias situaciones de mucho riesgo comenzamos a acercarnos aun más, le hablábamos a gritos y nada, comenzamos a mover a este «bulto» y algo respondía……

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Después de un rato por fin sale con la gracia y llega la clásica, los perdones, nunca más, que solo iba ahí no más.

El compadre andaba con drama en la casa y tenia entre otras distintas y divertidas excusas de una tremenda borrachera, de la cual damos las gracias que se cayó para el lado del pasto y no para la calle de los autos.

El día nos acompaño al mil por ciento, mejor no podía estar, a esto se suma que hacia Ibacache se pone aun más rustico, menos casas y mucho más campo.

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Y así se nos acerco la tercera cuesta, la olvidada Ibacache. Antiguamente más o menos en 1700, realizar la cuesta Ibacache era paso obligado para llegar a Valparaiso desde Santiago independientemente si se cruzaba por la cuesta Lo Prado o la Barriga. La combinación de Santiago – Melipilla – Bollenar para luego llegar a la cuesta Ibacache se le llamaba camino de las damas, dado que se evitaban las grandes y duras cuestas (Lo Prado / Barriga).

En las fotos Tomás y Sara, realizando su tercera cumbre, todo el peloton nuevamente reunidos, dispuestos para comenzar la bajada.

La cuesta Ibacache nos lleva de la Región Metropolitana, provincia de Melipilla a la 5ta Región Costa, provincia de Valparaiso. Como dato ciclístico, este paso de montaña tiene dos datos a tener muy presente,

  1. Cuando llegas a lo que tu crees es la cima, no es la cima, baja un poco y vuelve a subir, es un portezuelo engañador.
  2. Cuando ya de verdad comienzas a bajar, a unos cincuenta metros tiene unas secciones de maicillo o tierra, tener precaución en los frenados.

Luego es una bajada bastante amable, no presenta grandes pendientes y tampoco curvas de interés, aproveche de ver el paisaje, el cual ya presenta diferencias, en este lado del cordón de cerros, la presencia de predios forestales es mucho mayor, de alguna forma la agricultura de cultivos tipo plantaciones comienza a desaparecer.

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Evidentemente no todo puede ser perfecto, siempre existe alguna sección contaminada o por donde no queremos andar. Después de haber pasado la olvidada Ibacache y su tranquilo trayecto, llegamos a la carretera que une Casablanca y Algarrobo, esta fue la primera depresión, nada peor que la perturbación de la carretera.

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Para luego pasar a la locura de la ruta 68, entre el cruce de Casablanca – Algarrobo y el peaje, donde tomamos la cuesta Zapata, cuya fecha de existencia es de 1700, construcción solicitada por el Gobernador Ambrosio O´Higgins, como la alternativa a la cuesta Ibacache, con el fin de acortar en 40 kilómetros la distancia entre Santiago y Valparaiso.

En este punto me acuerdo que se respiraba paz, si el tema fuera MTB podría decir que nuevamente entramos a un sendero, fue como la sensación de volver a un habitad o zona de confort, a pesar que la ubicación fuera a los pies de la 4ta cuesta, la última de todas.

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Teníamos cansancio pero a su vez mucha hambre de triunfo, pasando este puerto, sólo nos quedaría un plano para llegar a Maria Pinto.

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Volvimos a los cultivos agropecuarios, el Valle de Casablanca, ultra conocido por los viñedos. Foto tomada andando a Tomás y Sara, a la entrada de la cuesta Zapata.

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Al igual que en el desafió anterior, el ruteo se me dio bien, me sentí cómodo, situación que aproveche para pasarlo bien, disfrutar y como no, ponerle muy fuerte cuando fuera necesario. Personalmente, me llene de satisfacción al ver que todo fluía y que no tenia contratiempos.

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Definitivamente, como no agradecer estos momentos, donde se sale a explorar algo que no manejamos y para gran satisfacción ademas de ver como el grupo y los amigos avanzan uno por si sólo puede ir probando desafíos personales los cuales va rompiendo.

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Creo que el gran pago de estas travesías de varias horas arriba de la bici nos llevan a probarnos a uno mismo, sin duda alguna, el propio gusto dulce que nos queda viene un 70% por percepciones y sensaciones mentales, cuando dicen que es pura cabeza, si señores así lo es.

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Serie de fotos de la aproximación de Tomás a la cumbre de la cuesta.

Serie de la aproximación de Sara a la cumbre de la cuesta, con Tomás dándole mucho animo. Una vez más todo el equipo reunido, para compartir experiencias, chequear el equipo y los ánimos, luego soltar los frenos y disfrutar nuestra última bajada.

Les mentiría si menciono horas, pero fueron muchas, todo el día dándole. Evidentemente me salte episodios, conversaciones y varios altos de la ruta. Por lo general íbamos en pelotón, llevando alguna conversación, sólo en las cuestas nos separábamos y cada uno subía al ritmo que quisiera.

Tengo presente, esa sensación de sentir  que llegábamos a casa pero aun nos faltaban unos 20 kilometros, ahí cae el típico comentario cuando va en auto: «nos faltan 3 minutos y llegamos a la casa», en este caso no pega ni junta. Desde la ruta 68 hasta la casa de la abuela de Tomás en la Pataguilla, deben ser como 5 minutos en auto, trayecto que se hace muy corto. Creo que fue el momento más largo de todo el día, veníamos muertos, sin duda llegamos por que somos amigos y nos acompañamos y sentimos tan propia como común la travesía, una vez más todo es cabeza!

Donde la abuela, nos esperaba Paty, mamá de Tomás con almuerzo, a eso de las 6 de la tarde, me acuerdo que habían unas 2 empanadas por persona, fueron las más ricas de la vida. Junto a eso todo el pan y en conclusión al refrigerador completo le dimos el bajo para quedar un poco más tranquilos, por que estábamos raja y felices a decir basta.

Me despido, hasta otra oportunidad de travesía.

Nos vemos en el cerro.

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