Análisis :: Made in China

| el 21/02/17 a las 4:57 pm. | 9

En enero de 2011 se celebró una cena en Silicon Valley, California, a la que asistieron los gurús tecnológicos del momento junto con el Presidente de los Estados Unidos Barack Obama.

Como parte del evento, en la ronda de preguntas y respuestas, Steve Jobs fue interrumpido por el propio presidente: Mr.Jobs: ¿Por qué todos los trabajos de Asia no pueden volver a USA? A lo que Steve Jobs respondió de manera un poco ambigua; ‘Esos trabajos no volverán nunca’.

Texto: Alberto Álvarez. Fotos: UNNO

Donald Trump, el Presidente actiual de los Estados Unidos, declaró hace un par de meses que en el caso de salir elegido, ‘obligaría a Apple a fabricar sus malditos ordenadores en USA’. Si, Donald Trump, el tipo que pone su nombre en lo alto de sus rascacielos, que pidió en campaña un botón para apagar internet o que llegó a patrocinar un evento ciclista llamado “El Tour de Trump”, quiere recuperar el orgullo americano de la producción en cadena y quitarle a Asia su seña de identidad más notable; la superproducción a bajo coste.

Volviendo a la cena en Silicon Valley. La respuesta de Jobs secundada por el resto de ejecutivos de Apple tenía más matices y cito palabras textuales: ‘Otra ventaja crítica para Apple es que China proveía ingenieros a una escala que EEUU no podía ofrecer. Los ejecutivos de Apple estimaron que eran necesarios 8.700 ingenieros industriales para supervisar y guiar la línea de montaje de 200.000 empleados dedicados a la manufactura de iPhones. Los analistas de la compañía estimaron que serían necesarios nueve meses para obtener esa cantidad de ingenieros cualificados en Estados Unidos. En China tardaron sólo 15 días.’

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Volvemos a Trump. Un par de días después de los resultados de las elecciones, Tim Cook el presidente de Apple escribió una carta a sus empleados alentándoles a que no cayera el desánimo, utilizando unas palabras que Martin Luther King Jr dijo hace 50 años: «Si no puedes volar, entonces corre. Si no puedes correr, entonces camina. Si no puedes caminar, entonces arrástrate. Pero hagas lo que hagas sigue moviéndote hacia adelante.” El tema es que hoy en día para moverse hacía adelante, seas una de las empresas más poderosas del mundo o te estés intentando abrir hueco en el mundo de la producción masiva, Asia es un lugar de escala obligatoria, nos guste o no. ¿Y así tiene que ser? Imaginaros que Trump hubiera dicho en su discurso que ‘obligaría a Trek y a Specialized a fabricar sus malditas bicicletas en USA’.

Si, China tiene un poder de fabricación en cadena que hace palidecer los años 50 en los que General Motors tenía en la línea de producción a 400.000 americanos apretando tuercas y tornillos, con un cigarrillo detrás de la oreja. Pero América ya no es lo que era y China lamentablemente tampoco volverá a serlo nunca.

Mientras tanto en Europa todos los que compramos una bici y quitamos esa horrenda pegatina de ‘Made in China’, no hacemos demasiado hincapié en el coste moral que significa ese estúpido adhesivo que arrastra miles de connotaciones sociales, laborales y humanas tras él.

La industria se ha encargado de grabar a fuego en nuestra mente que Asia tiene la mejor tecnología (es cierto que la tiene), la mejor manufactura (tiene mucha, no se si la mejor), la mejor respuesta a los volúmenes de fabricación (mayor población, mayor disponibilidad de personal) y por supuesto una baja remuneración por horas.

No critico solo la situación de sobreproducción que sufre el mundo de las bicis. La tecnología como comentaba antes, es una auténtica máquina de producir puestos de trabajos, teléfonos inteligentes y vidas gobernadas por turnos de trabajo infinitos por 17 dólares el día. La industria textil es más de lo mismo. La deportiva ya sea en Indonesia, China o Vietnam sigue los mismos estándares y así una tras otra. Solo tenemos que ver lo que llevamos puesto o lo que tenemos en casa para darnos cuenta de que el progreso nos ha facilitado vía Asia. Si nos pegaran un ‘Made in China’ en el culo, no iríamos muy desencaminados…

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Y aquí es donde volvemos a la frase de Trump. Volver a fabricar en USA sería inviable entre otros a nivel de mano de obra, de salarios, de costes y de derechos del trabajador. Bajarían los márgenes, subirían los tiempos de espera además de los precios finales y toda la sociedad del compra, usa y tira se iría a la mierda. Si, ya se que esto es muy demagógico y que Trump tiró de orgullo patriótico en los mítines para ‘engorilar’ a sus feligreses, pero quiero llegar al punto de que en el sector de la fabricación de mountain bikes sumergido hace años en la súper producción asiática, aún quedan algunas ‘aldeas galas’ repartidas por media Europa incluida España, que sueldan sus cuadros y pegan sus láminas de carbono de la misma manera o mejor de la que se hace en Asia. A mano, con toda la profesionalidad del mundo y sin producciones masivas que arruinen la ‘exclusividad’ que se supone al estrenar una bici de 8.000 euros…

En otras palabras. Nos hemos convertido por derecho propio en parte del ciclo de producción asiático. La última parte de él. La que compra el adhesivo más caro del mundo. Y al comprar ese adhesivo, dejamos que las producciones masivas compren un poquito de nuestra moral. Insisto. Demagogia. Si, lo se. Pero eso no quita para que empecemos un poco a pensar en ello ¿no?

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